Época: I Guerra Mundial
Inicio: Año 1914
Fin: Año 1918

Antecedente:
La I Guerra Mundial

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

La guerra, en otras palabras, pudo haber sido evitada. Pero no fue así. El 23 de julio, casi un mes después del asesinato de Sarajevo, Austria-Hungría presentó un durísimo ultimátum a Serbia, a la que responsabilizaba del atentado (con alguna razón, pues los servicios de inteligencia serbios, dirigidos por el coronel Dimitrijevic, probablemente estaban detrás de la Mano Negra). Austria-Hungría demandaba a Serbia, entre otras cosas, que en 48 horas hiciese público el reconocimiento de su participación en el atentado de Sarajevo, pusiese fin a toda propaganda paneslava y anti-austríaca, permitiese la participación de la policía austríaca en la investigación del atentado dentro de la propia Serbia y prohibiese organizaciones nacionalistas como la Mano Negra que, legales en Serbia, operaban en la clandestinidad en Bosnia-Herzegovina. Cumplido el plazo, y al considerar la respuesta serbia como una aceptación "parcial e insuficiente" del ultimátum, el día 28 Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. Pero el día 30, Rusia, que el 27 había decretado la movilización parcial de sus tropas, ordenó la movilización general de sus ejércitos, lo que le situaba en virtual pie de guerra con Austria-Hungría. Al día siguiente, 31 de julio, Alemania, aliado de Austria-Hungría desde 1879, pidió a Rusia que detuviese la movilización, y su embajador en París preguntó a Francia -aliado de Rusia desde 1894- sobre su actitud en caso de conflicto.
El 1 de agosto, Alemania, ante la negativa rusa a su petición, declaró la movilización general y con ello, la guerra a Rusia. Francia respondió ordenando a su vez horas después la movilización de tropas. El 2, Alemania invadió Luxemburgo y solicitó a Bélgica derecho de paso para sus ejércitos. El 3, declaró la guerra a Francia y finalmente, el 4 de agosto, después que Alemania iniciase la invasión de Bélgica, Gran Bretaña, como garante de la neutralidad de esta última acordada en 1839, declaró la guerra a Alemania. El ciclo se cerró cuando el 6 de agosto Austria-Hungría declaró formalmente la guerra a Rusia, y cuando el día 12, Gran Bretaña y Francia lo hicieron con Austria. En octubre de 1914, Turquía entraría en guerra del lado de "los poderes centrales" y en septiembre de 1915, lo haría Bulgaria. Por el contrario, Japón (23 de agosto de 1914), Italia (23 de mayo de 1915), Portugal (10 de marzo de 1916), Rumanía (27 de agosto de 1916), Estados Unidos (6 de abril de 1917) y Grecia (27 de junio de 1917) se unieron a "los aliados" que, a cambio, perdieron Rusia tras el triunfo de la revolución bolchevique en octubre de 1917. Sólo España, Suiza, Holanda, los países escandinavos y Albania permanecieron, por lo que se refiere a Europa, neutrales.

Los mismos hechos revelaban ya las "causas inmediatas" de la guerra. El detonante de ésta fue, además del asesinato de Sarajevo, la declaración de guerra de Austria-Hungría a Serbia (28 de julio). Y la razón de la generalización del conflicto -pues todo pudo haber quedado en una "guerra local", en otra guerra balcánica como las de 1912 y 1913- estuvo en el "funcionamiento automático de movilizaciones y mecanismos de alianzas" establecidos por las potencias a lo largo de los años. Finalmente, la puesta en marcha por Alemania (4 de agosto) del "plan Schlieffen" (diseñado en 1892, aprobado en 1905 y modificado por Moltke en 1911) hizo imposible la localización del conflicto.

En buena medida, la guerra se precipitó por gravísimos errores de cálculo cometidos por los responsables de las tomas de decisiones diplomáticas y militares de los distintos países, esto es, por los responsables de Exteriores y sus asesores, y por los jefes de los Estados Mayores y sus colaboradores militares. Por lo menos, Austria-Hungría (dirigida por su ministro de Exteriores Berchtold y el jefe del Ejército, Conrad von Hotzendorf) erró totalmente al creer que Rusia no apoyaría a Serbia y pensar que el respaldo de Alemania disuadiría a otros países de intervenir. Alemania, donde las decisiones fueron tomadas más por Moltke, jefe de Estado Mayor, y por los jefes del Ejército que por el propio canciller Bethmann-Hollweg, se equivocó al apoyar a Austria-Hungría contra Serbia creyendo que ni Francia ni Gran Bretaña entrarían en guerra por un conflicto en los Balcanes y que Rusia carecía de la preparación adecuada. Rusia -y sobre todo, su ministro de Exteriores Sazonov- erró al pensar que la movilización rusa en apoyo de Serbia no provocaría respuesta de Alemania.

Visto que en agosto de 1914, Alemania, y en especial su canciller, no querían una "guerra europea" (aunque sus dirigentes pensaban que era preciso frenar a Serbia en los Balcanes); visto que Francia, a pesar del nacionalismo de su nuevo Presidente, Raymond Poincaré, seguía favoreciendo una política internacional basada en el equilibrio de poder entre los dos bloques (la "entente" Francia-Rusia-Gran Bretaña y la "alianza dual" Alemania-Austria-Hungría), las "mayores responsabilidades inmediatas" recayeron sobre Austria-Hungría -que no quiso atender ninguna recomendación para negociar con Rusia el problema serbio ni siquiera de los alemanes- y sobre Rusia que ordenó la movilización general cuando otros países (Gran Bretaña) propiciaban la reunión de una conferencia internacional para tratar la cuestión y cuando la propia Alemania estaba tratando de detener a Austria (y a pesar de que Francia pidió a su aliado que adoptara posiciones conciliadoras).

Pero sin duda hubo "causas y fuerzas históricas profundas" que contribuyeron al estallido de la guerra, o que crearon la situación internacional que hizo que un incidente local -sin duda, grave- derivase en la mayor conflagración bélica conocida hasta entonces. Resumiendo, las "causas últimas" de la guerra fueron dos: el problema de los nacionalismos balcánicos y la política exterior de Alemania desde la proclamación de la "Weltpolitik" en 1899.

El atentado de Sarajevo revelaba casi a la perfección la potencialidad desestabilizadora de los nacionalismos. Tuvo lugar en la capital de una provincia (Bosnia-Herzegovina) de mayoría serbia anexionada en fecha reciente, 1908, por Austria-Hungría en lo que vino a ser una provocación al reino de Serbia, que reivindicaba el territorio como parte de la Serbia étnica e histórica. La víctima del atentado, el archiduque Francisco Fernando era, paradójicamente, un hombre muy sensible al problema de las nacionalidades: se mostró al menos dispuesto a estudiar la reorganización del Imperio sobre bases "trialistas" (Austria-Hungría y Bohemia) y aún "tetralistas" (incluyendo además Iliria, como reino eslavo dentro del Imperio). Los autores del asesinato, finalmente, eran, como ya se ha dicho, militantes nacionalistas serbios.

Y no sólo eso. Las dos guerras balcánicas de 1912 y 1913 fueron provocadas, como también hubo ocasión de ver, por las contrapuestas aspiraciones de los países balcánicos sobre los territorios europeos del Imperio otomano. Como se recordará, las reivindicaciones de Grecia, Serbia (apoyada por Montenegro) y Bulgaria sobre Macedonia originaron la primera de aquellas guerras. La segunda (junio-julio de 1913) fue más complicada. Bulgaria atacó a Grecia y Serbia en desacuerdo con los planes de éstas para el desmembramiento de Macedonia propuestos en las negociaciones que siguieron a la anterior contienda. Rumanía declaró la guerra a Bulgaria en razón de viejos litigios fronterizos entre ambas. Turquía, regida desde enero de 1913 por militares ultranacionalistas, quiso aprovechar la apuradísima situación de Bulgaria para recuperar posiciones perdidas ante ese país en el primer conflicto. El resultado de todo ello fue el engrandecimiento de Serbia, lanzada desde 1903 a una política abiertamente nacionalista en defensa de los derechos nacionales de "los eslavos del sur" enclavados en los imperios austro-húngaro y otomano; y como consecuencia, un creciente temor de Austria-Hungría al papel que Serbia podía jugar en la región y una cada vez mayor desconfianza de Austria-Hungría y Alemania hacia Rusia, como potencia que avalaba el expansionismo serbio en los Balcanes.

Los nacionalismos, por lo tanto, hicieron de los Balcanes el polvorín de Europa. Eso sólo bastaba para dar la razón a quienes como Halévy vieron en el nacionalismo una de las fuerzas colectivas que trabajaron para la guerra que estalló en 1914. Las responsabilidades de Alemania -al fin y al cabo, el artículo 231 del Tratado de Versalles le declaró "culpable" de la guerra- fueron innegables. Al menos, fue responsable principal de buena parte de la tensión internacional generada en los años 1900-1914. Su "Weltpolitik" (1899) respondía a una aspiración indisimulada a la hegemonía mundial. La construcción de la escuadra, idea de Tirpitz en 1898, lanzó la carrera de armamentos y generó una fuerte rivalidad con Gran Bretaña por la superioridad naval. Los planes de Schlieffen y Moltke suponían el riesgo calculado de guerra con Francia (y probablemente, con Gran Bretaña), por más que se tratara de planes de naturaleza defensiva y pensados para una guerra rapidísima contra Francia como medida preventiva que impidiera, precisamente, conflagraciones de gran alcance.

Más todavía, la diplomacia alemana provocó las graves crisis marroquíes de 1905 -visita del Kaiser a Tánger- y 1911 -entrada del "Panther" en Agadir-, que reavivaron la tensión franco-alemana y estimularon el revanchismo francés, siempre latente desde la victoria de Prusia sobre Francia en 1870-71. Finalmente, Alemania alentó en 1908 a Austria-Hungría para que procediese a la anexión de Bosnia-Herzegovina que tuvo, como se ha visto, numerosísimas y peligrosas derivaciones.

Peor aún, la "Weltpolitik" terminó con el sistema de "equilibrio de poder" entre las grandes potencias basado en distintos bloques de alianzas ideado por Bismarck, sistema que, a falta de una organización internacional de naciones para el arbitraje de los conflictos, había regulado las relaciones internacionales entre 1871 y 1890. La "política mundial" alemana transformó el sistema bismarckiano en un sistema bipolar (Alemania y Austria-Hungría de una parte; Gran Bretaña, Francia y Rusia de otra) y llevó, en un mundo crecientemente inestable al aislamiento de Alemania e incluso a su "cercamiento" por Francia y Rusia. Esa fue la situación que por encima de todas las cosas quiso evitar Bismarck; y esa fue también la hipótesis que inspiró en 1892 al entonces jefe del Estado Mayor, Schlieffen, su plan de ataque envolvente contra Francia por Luxemburgo, Bélgica y Holanda -esta última eliminada por Moltke en 1911- para evitar una guerra en dos frentes contra Francia y Rusia, esto es, el plan que, con la modificación indicada, Alemania puso en marcha el 4 de agosto de 1914.

Alemania, en suma, rompió el equilibrio internacional y provocó una siempre peligrosa bipolarización entre las potencias. Pero ello no significaba necesariamente la guerra. Además, en julio de 1914, Alemania, cualesquiera que fuesen los errores cometidos por su diplomacia a raíz del atentado de Sarajevo, sólo quería una "guerra localizada", por la que Austria-Hungría recobrase su prestigio en los Balcanes y por la que se pusiese coto al nacionalismo de los serbios. El sistema, además, había funcionado hasta 1914. Pese a carreras armamentísticas, rivalidades, nacionalismos, crisis ocasionales, conflictos locales y engranajes de alianzas, la paz se mantuvo durante 30 años. Pero aquel sistema se colapsó en julio de 1914. Los elementos (cancillerías, diplomacias personales, sistemas de alianzas) que lo habían sostenido y protegido durante años se vieron sometidos ahora a presiones irresistibles y ellos mismos -por errores de percepción y de cálculo perfectamente explicables- desencadenaron las fuerzas que terminaron por destruirlo.